¿Qué es vivir con plenitud?
- Rosalba J. Alvarez Hernández
- 16 jun 2015
- 3 Min. de lectura
Martes 16 de junio del 2015
¿Qué es vivir con plenitud?
En ocasiones depositamos muchas expectativas en la vida misma, pensando que eso nos llevará a la plenitud de nuestra existencia, quizá tal vez asociando la felicidad con la plenitud.
¿De dónde vendrá la plenitud entonces? ¿Producto de las idealizaciones mentales que hacemos de nosotros mismos y de nuestro entorno?, ¿será posible que la plenitud devenga de una simple sensación y no de una idealización?
¡Interesantes preguntas!, tal vez no haya tiempo suficiente para detenerse en todas ellas, pero quizá eso también sea una gran expectativa para comprender lo que es más simple de lo que parece. Pues desde donde puedo observarme y conocerme, me percato que algunas personas viven plenamente únicamente ahorrando durante muchos años de su vida para viajar a algún país o poblado lejano, otras tantas sienten plenitud siendo honestas en cada actividad que realizan y quizá otras siempre están buscando la felicidad en lugar de la plenitud.
Sin embargo, pese a que considero que cualquier respuesta sobre la plenitud que estuviera ligada a un contexto externo, se debe a una idealización, lo importante radique en aprender a vivirlo, sin tanto obstáculo, tal vez sin tanto pensamiento y sí con mucho sentimiento.
No soy del club de los optimistas, pero creo fuertemente en que la plenitud está asociada a la alegría que produce sentirse bien con uno mismo y con lo que se hace a diario en los diferentes ámbitos de la vida. También la plenitud la concibo desde el encuentro con la misión en la vida, desde esa consciencia clara de lo que rige nuestras vidas, ese motor de vida que logra que siempre encontremos la forma de salir de los problemas reivindicándonos en lo que hacemos y construyendo caminos nuevos de andar, encontrar y ser.
Aunque por otro lado considero que la plenitud no se encuentra con facilidad al depositarla en la expectativa de la pareja o incluso la familia, de ser así esa plenitud se convierte en una gran expectativa que puede caer en la frustración o en la dependencia emocional hacia otros. Y esta situación no significa que la vida sea valorada de forma individualista, sino que la plenitud se busca en la profundidad del ser y no en la superficialidad de la misma, tal vez radique en la esencia de la existencia y no en la idealización de la misma.
Algunas veces analizando las conductas humanas y encontrando respuestas al por qué de ellas, encontramos una serie de eventos dolorosos que marcaron a las personas, orillándolas a construir creencias por las cuáles vivir, pero en ocasiones esas creencias se convierten en el objetivo para alcanzar la plenitud, sin percatarse de que están sostenidas de un dolor, o una emoción a la cual es importante alimentar, de lo contrario no sostiene a la creencia y no permite que se alcance la plenitud.
¿A qué me refiero con esto?, pongamos un ejemplo, cuando en la historia de una persona hay una infancia de dolor producto de una separación o ruptura entre los cónyuges, en el futuro puede ser que esa persona elija el matrimonio y la unión como objetivo central y forja una creencia de que la base de la felicidad está en la unión familiar. Pero sin poner atención en la huella que ha dejado su propia historia para construir esta nueva forma de querer vivir, que pudiera ser una ilusión, y que entonces esa persona busca alcanzar a toda costa, lograr esa unión y la entiende en el sentido más literal, que sería estar el mayor tiempo posible con la pareja, los hijos o los padres, creyendo esa unión en la permanencia física.
Pero, en este ejemplo, ¿es válido la última conducta como creencia para alcanzar la plenitud?,
¿será que lejos de encontrar una forma sana y placentera se busca mitigar un dolor no resuelto?

A final de cuentas cada quien elige cómo vivir, pero la reflexión que valdría la pena, sería percatarse de los aprendizajes producto de las experiencias dolorosas y preguntarse de las creencias que a partir de ahí construimos en nuestro afán de protegernos del dolor, y si el dolor lo hemos resuelto, y si la plenitud tendría que ver con eso o tal vez con otra cosa.
Así que les dejo esta reflexión y les deseo un Martes reflexivo.
Atte Ross
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