No fue coincidencia encontrarme contigo"
- Rosalba J. Alvarez Hernández
- 5 ago 2017
- 5 Min. de lectura
"Cuando te sientas dolorido, mira de nuevo en tu corazón y deberías ver que estás llorando por lo que ha sido tu gran disfrute" Kahlil Gibran
Los seres humanos somos complejos en nuestro sistema de creencias sobre la vida y la muerte y tal vez siempre habrá muchas dudas sobre eso que vivimos como deceso de nuestros seres queridos y por esta razón, hoy dedico este escrito a mi gran amigo Paco.
Mirando hacia el horizonte, encontré más dudas que respuestas, y de repente ya no tengo idea a quién le pregunto sobre ti, sobre esa imagen que conservo en mi mente, sobre esas experiencias de las que sólo podíamos validar o tú o yo.
Ahora que has partido sólo puedo validarlas yo, por lo menos en esta frecuencia, en esa que se mueve lento, esta que impregna de incongruencia la existencia, es esta vida de la que hablamos, en la que buscábamos encontrar un poco de Paz, incansablemente luchamos porque se dibujara una sonrisa en vez de una lágrima.
Te vi más de una vez levantarte de cualquier adversidad, siempre averiguando el más que el menos. Tu vida era un ejemplo de vida para mí, un guerrero que tenía energía para sanar y construir, en más de una ocasión tu historia fue motivo de ejemplo para aquellos que me encontré en el camino, queriendo saber qué elecciones elegir.
Nada más como un encuentro en el año 1997, donde comenzó la travesía de 21 años de conocernos; justo cuando teníamos menos certezas que rarezas en nuestra vida y particular forma de pensar, adolescentes en proceso de elegir una carrera profesional, una esperanza de vida. Y justo aquí soy yo quien ahora va a contar tu historia.
Un amigo nacido de la búsqueda, entre exigencias y tensiones sociales, amigos falsos e ingenuos de saberlo. Ahí estabas tú, vacilando siempre entre el juego y la seriedad, pero más con el juego que con la segunda.
Descuidado en muchos aspectos, tu mochila siempre perdida en las filas de bancas que nos atoraban, con el ritmo bajo el corazón, tu vida era la música, llevabas la alegría de las notas en tu diario hacer y tus bromas eran aquellas que impregnaban de risas y risas.
Eran tiempos turbulentos para ambos, ninguno de los dos sabía con exactitud qué hacer con el dolor y con la vergüenza; pero esos dolores que dejan huella para siempre porque son infringidos por los seres humanos más cercanos, de los que se espera que sólo den muestras de amor, la familia. Y de esa vergüenza causada por la tensión social de clases, en donde sin saber, se replica señalar al que menos tiene y al que lucha por salir de la vida miserable que otros eligieron por nosotros.
No cabe duda que había una sabiduría ahí en ambos, unidos por la esperanza más que por la clase social, luchábamos por conseguir una excelente calificación y nos esforzábamos por continuar pese a que la Orientación Educativa era un bonito nombre en nuestra escuela, pero no era una realidad, éramos jóvenes guerreros luchando contra todo y con todo.
Liberábamos las tensiones con los propios recursos, creativos los dos, creando canciones, haciendo de la inconsistencia, el insumo perfecto para tener energía, burlones por excelencia, pero sólo de aquellas situaciones que eran más una actuación mal ejecutada, que un principio de vida.
Éramos expertos en encontrar el error ajeno, y sólo lo hacíamos evidente cuando ese ajeno buscaba sobre pasar los límites sanos de la convivencia, luchadores sociales, con principios genuinos del cambio, lo vivíamos en casa. Peleábamos con aquellos que el ego era su principal estandarte. Finalizamos bien, con gratas y horrendas experiencias, pero finalmente bien, agradecidos de poder continuar, de ir a la Universidad, después de esa célebre ceremonia en la Iglesia de San Cristóbal
, en donde se suponía que agradecíamos por esos años y la posibilidad de continuar, a Dios; también fue nuestra despedida. Al finalizar esa noche de baile en donde no parabas de bailar, toda las canciones eran dignas para ti de ser recordadas... como si alguna vez supieras que la vida era corta como para desperdiciarla.
Nuestras vidas estaban unidas y más allá de la coincidencia, pues años más tarde te encontré en un restaurante, platicabas con las nuevas amistades y ahí, justo ahí, volvimos a hablar de esos dolores que deseábamos sacudir de una buena vez de nuestras vidas. Yo estaba apenas comprendiendo el funcionamiento del ser humano y tú continuabas en la Pedagogía y en el idilio de tu propia existencia, sobre tu propia identidad. Quería tener la varita mágica para sacarte ese malestar de tu ser, pero como todo, era lo que sigo siendo finita y ningún Dios para lograrlo... pero lo aprendido desde ese día hasta HOY, es que puedo escribir otra historia distinta a la que sucedió.
Después de eso, nuestra amistad quedó sellada con el amor de hermanos que ninguno de los dos tuvo, ser hermano no era para nosotros continuar perpetuando el malestar de diferencias, sino el soporte para salir y continuar.
Conocí a todas tus parejas, era yo la analista de todas ellas, tratábamos de eliminar el fallo, una y otra vez, para no sufrir, esa era la máxima. De esas charlas interminables, que podían ser presenciales, así como también por teléfono. Siempre apoyándonos en proyectos de vida, en la vida profesional, pero siempre saliendo adelante... ¡Hasta que ese cáncer se aferró en tu vida, y el levantarnos ya no fue nuestra próxima prueba superada!
Sabes, HOY le escribo al cielo, no sé a dónde mandar mis cartas, tampoco sé cómo recibir la respuesta, pero quiero gritar y decir al mundo que impregnaste mi vida, tu esencia nunca deja de ser esa que vi, sino que se quedó en cada pedacito de corazón que tocaste. Fue grato ver en ese velorio a tanta gente, todos mostrando con su llanto lo importante que eras en sus vidas. Y yo no pude llorar, no pude expresar tantos recuerdos en mi mente y después de tantos cierres, hoy necesitaba escribirte al cielo...
Querido hermano,
hoy sigo aquí viviendo sin la posibilidad de escucharte,
levanto mis pensamientos al cielo, donde creo que estás,
viviré haciendo lo que más me gusta y lo que he hecho,
Lo que he trabajado con adolescentes, lo dedico a ti,
vives en mi hacer y pido poder hacer por más personas,
para evitar lo que nos encontró y lo que ahora nos resignificó,
esta vida, que aunque inconscientes empezamos a escribirla,
conscientes terminamos de construirla,
gracias por tanto,
gracias por HOY,
gracias por 21 años de acompañarnos HOMBRO A HOMBRO.
Paco, escribe en el cielo: No fue coincidencia encontrarnos en esta vida.

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