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¿Por qué resulta difícil perdonar?


"El que es incapaz de perdonar, es incapaz de amar" Martin Luther King

El perdón es una palabra que alude a la posibilidad de eliminar una consecuencia negativa frente a una actitud negativa también. De alguna forma he preferido hablar de consecuencias negativas, más que de acciones buenas o malas. Pues busco una forma neutra de poder describir eventos, hechos y reflexiones, lejos del escrutinio juicioso de la moral, de la ética o del pensamiento común y vulgar.

Primeramente, me gustaría aclarar que el perdón es un concepto que su significado hemos heredado de un pensamiento preponderantemente religioso, basado en un imaginario de personas buenas y otras no tan buenas. En donde había poseedores del saber, quienes a su cargo podían discernir entre ambos extremos, que en sí mismos son una díada.

Un perdón que se otorgaba después de haber cometido un pecado, mismo que era resultado de infringir una regla divina, de romper normas elaboradas para la convivencia con Dios y con la sociedad.

Sin embargo este perdón estaba desfigurado en sus bases éticas y desproporcionado por la incapacidad de explicar el origen de la divinidad y también el de la sociedad.

Socialmente con el paso del tiempo y con el desarrollo de las ciencias, este término ha quedado únicamente en el juicio moral de las personas y de las familias, según sus propias creencias, generando así posibilidades incontables del perdón o la desaparición del mismo.

Enmarco un tiempo histórico en el que por años, hombres y mujeres sólo podían admitir aquello que era imposible ocultar, en donde las prohibiciones parecían muchas y la habilidad del engaño también parecía un arte. Un tiempo en el que había más explicaciones primarias que lógicas, un mundo en el que lo mágico e inalcanzable se convertía en motivo de rituales y obsesiones.

Hoy en día, seguramente habrá en muchas partes del mundo y en sociedades este pensamiento, de buenos y malos augurios, de acciones malas y buenas, según el discurso heredado por tradición familiar y de igual modo habrá siempre quien se esté preguntando si eso es realmente así.

Pero, ¿qué es el perdón? Sin lugar a dudas cuando hemos vivido una situación desequilibrada en nuestros propios principios y valores, nos sentimos ofendidos al no ser respetados en los acuerdos, en lo que creemos es correcto y generamos un desacuerdo, malestar emocional y una problemática en ocasiones existencial.

Si nos preguntamos si debemos eliminar la consecuencia negativa que nos ocasiona el hecho en sí mismo, las ganas de tener una revancha, de cobrarnos el maltrato y el desequilibrio, es entonces una pregunta acerca del perdón.

En el perdón no se trata de reprimir las ganas de decirle a la gente, lo negativo que provocaron en la propia persona; tampoco se trata de decir verbalmente "te disculpo" cuando estamos sintiendo enojo e incluso odio por otros.

El perdón necesita pasar por el filtro de la consciencia; comprender los hechos en su justo lugar y encontrar aprendizajes de la experiencia negativa. Nuestra consciencia necesita entender las razones por las que hemos vivido una experiencia difícil, al tiempo que también necesita saber cuál es su responsabilidad en todo eso. Ubicarnos en el justo lugar también de los hechos.

Porque sucede que el perdón tiene un juego cíclico y vicioso. Se trata de entender que las personas que hemos llegado a creer que somos buenas y que los demás abusan de nosotros, en ocasiones tenemos creencias limitantes sobre nosotros mismos, esto es, el creer que hay bondad en el interior, nos coloca del lado de la gente buena y asumimos lo que eso significa en esta sociedad. Saberse bueno, es ayudar a otros sin esperar nada a cambio, interesarse por aquel que va encontrar de toda regla y norma social, divina y familiar. Y esta actitud frente a la vida, solamente nos llevará a experimentar el juego cíclico y vicioso del mundo, dividido en extremos; a saber, los buenos y los malos.

Cuando el mundo se observa desde este paradigma, por demás heredado por un pensamiento religioso principalmente, no nos queda más que pasar por ese mismo filtro todas nuestras experiencias y de ahí deviene el dolor y el sufrimiento, que nos hace creer que debemos perdonar.

Cuando en realidad el mundo tiene millones de posibilidades de existencia, no hay animales buenos o malos, plantas buenas o malas, simplemente existen y tienen una lógica de existencia, todos y cada uno generan un ambiente de vida. En donde cada planta tiene una función y ésta radica en la relación con otra planta o incluso con un animal, así, cada miembro de un ecosistema tiene una función indispensable para que haya vida en ese mismo sistema de vida.

Quiero decir con esto, que las personas no somos buenas o malas, simplemente somos complejas, entramos en crisis constantes porque lidiamos con muchos procesos internos, que a veces somos inconscientes de que eso está sucediendo en nuestro interior, logramos convivir con los demás, desde nuestra propia perspectiva, pero si en el camino no logramos comprender el lenguaje del otro y a su vez explicar y clarificar el nuestro, entonces seguramente habrá roces, algunos más leves que otros, pero finalmente roces.

Una de las formas para liberarse de este círculo, es entendiendo cuál es nuestra postura en esta vida y ubicarnos quiénes somos nosotros, encontrar nuestra existencia en función de un propósito, heredado o construido y asumir que cada quien desde su propia familia, sistema de valores, etc., también decidirá y actuará en ese mismo sentido.

Quiero resaltar aquí, que estar conscientes de uno mismo, brinda la posibilidad de poder comprender a los demás, desde la propia comprensión y eso permite que dejemos de sufrir en el roce normal de la existencia humana. En este sentido el perdón está en función de que podamos comprender el error en la comunicación con el otro, la falta de límite personal que generó que permitiéramos el abuso a nuestra persona, la incapacidad para ser claros en nuestros actos y la dificultad para decir lo importante.

Cuando comprendemos nuestras experiencias de vida desde el lugar del aprendizaje, entonces dejamos de sufrir porque entendemos que no somos buenos y que en esta vida no hay gente mala, sino que somos personas con intereses diferentes para unos y similares para otros, en donde enfrentar el reto de la convivencia, será a partir de mi claridad personal, de mi inteligencia para adaptarme a las circunstancias y de mi habilidad para comunicarme mejor, para decir lo que es importante para mí. También es importante que en esta convivencia, estemos conscientes de las personas que nos hacen crecer y aquellas que nos muestran en dónde NO queremos estar.

De esta forma, y para concluir, perdonar sería entonces la capacidad de resolver favorablemente mis emociones, dejando en claro a las personas del conflicto mi postura y mis límites. Aprendiendo de cada experiencia lo necesario para mejorar en mi comunicación y mis límites con los demás.

Deseo que tengas, excelentes días de perdón.

Atentamente,

Mtra. Rosalba J. Alvarez Hernández

 
 
 

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