"Día del Padre"
- Rosalba J. Alvarez Hernández
- 22 jun 2015
- 4 Min. de lectura
"Quien pudiera definir entre padre o progenitor, ¿a caso importa?" Ross
No sólo hay madres haciendo vínculos con sus hijos, sino que también hay padres haciendo lo mismo. Sabemos que el día del padre ha pasado, que muchos de nuestros seguidores quizá estuvieron compartiendo con sus hijos o con sus padres. Pero queremos invitarlos a hacer una reflexión.
A veces proponerse crecer, no significa hablar románticamente de la vida, ni tampoco de las situaciones dolorosas que nos dejan aprendizajes y crecimiento. Hablar de los padres en esta sociedad, resulta doloroso para algunos y muy satisfactorio para otros. Pensemos en ambas situaciones.
Sabemos por generaciones de familias completas con una ausencia de esos hombres figurando como padres, como apoyos, respaldos en la familia, esos hombres que por alguna o varias razones, les ha sido casi imposible acompañar a sus hijos en su formación como seres humanos, aquellos a los que la presión social los orilló a buscar su vida fuera del hogar, a seguir caminos de trabajo y formación de riqueza material. Aunque a otros tantos lo que les haya impedido ese camino en la cercanía de sus hijos hayan sido sus propias creencias y limitaciones para interactuar en los quehaceres del hogar, en el cuidado y atención de los niños y quizá más allá de eso.
Reconocer que el hombre en familia se observa como el proveedor, aquel que proporciona seguridad y estabilidad económica, pero pocas veces se le imagina como el hogareño que baña a sus hijos, los alimenta, aquel que pueda lavar la ropa, hacer de comer y acompañar a la hora del sueño. Sabemos que en otras partes de este gran globo terráqueo existen hombres haciendo la diferencia, haciendo "algo" completamente diferente de todo aquello que hemos observado por generaciones.
La pregunta que nos hacemos es, ¿qué es ser padre? Existen algunos discursos populares que hacen una diferencia entre aquellos que eligen procrear a los hijos y los que eligen educarlos día a día, haciendo así la distinción entre padre y progenitor. Ser progenitor, es únicamente aquel que decide, ya sea consciente o inconscientemente traernos al mundo, pero padre, aquel que nos acompaña en nuestro crecimiento, aquel que aporta una forma de ver el mundo, quizá que nos de fuerzas, fortalezas, respaldo, y más allá de eso. Sin embargo, también habrá que hacer una diferencia en este discurso, todos los padres siguen siendo seres humanos, con historias resueltas o no resueltas, con miedos, virtudes y defectos, que indudablemente también los impulsan o limitan a ser padres.
Aquellos hombres que han elegido ser padres, tal vez se hayan comprometido con esas personitas en formación, a lo mejor lograron percatarse de la importancia de estar presentes en cada momento importante de esos niños y niñas en formación, jugando, divirtiéndose, acompañando, construyendo un sentimiento, un respeto y un amor con sus hijos y otros niños.
Progenitores, tal vez hayan pensado tener o no hijos, quizá fueron intentos de sentir amor, ilusiones que pudieron lograr ser un realidad o sólo se quedaron en el intento.
Parece que en el primer caso, hubo muchas ventajas, tal vez suficientes recursos internos para enfrentar el reto de acompañar a sus hijos, que es igual de difícil para ellos que para las madres, acompañar a un hijo en formación es un verdadero reto. En el segundo caso, quizá hayan podido pesar más las limitaciones, las creencias limitantes, o incluso la propia historia.
Y de eso justamente queremos hablar, pues creemos que ser padre tiene muchas exigencias sociales, siempre las ha tenido y se espera mucho de los padres, al igual que de las madres, sin embargo para el caso de las mujeres siempre ha sido más fácil hablar de lo que se espera y poco de los miedos que enfrenta, mientras que para el padre, se habla más de los miedos que se tienen de no poder lograr ser padre, que de los recursos que sí tienen.
Así, que sería importante hacer una reflexión de lo que nos impulsa a acompañar a seres humanos en formación a lograr sus propios objetivos, o lo que nos limita a no hacerlo. Quizá encontremos nuestro propio dolor, nuestra propia experiencia y lejos de hablar románticamente de ella, hablemos con la verdad, encontrando nuestros recursos no sólo en los progenitores, sino en todos aquellos que nos han acompañado, siendo tíos, primos, hermanos, amigos, padres de nuestros amigos, tal vez médicos de cabecera, guías espirituales, etc., y trabajemos el dolor que haya marcado nuestras historias con los hombres de nuestra familia y dejemos paso a la libertad de ser, sin tanta exigencia en lo que debería ser un un padre o una madre y asumamos en conjunto que la educación de los niños y las niñas va más allá de ser un padre o madre proveedora, sino que se trata de asumir la responsabilidad de otro en su sentir, su hacer y su pensar para encontrar razones de vivir con una misión en la vida.
Atentamente,
Ross

Comments