¡Mirada hacia ti adolescente!
- Rosalba J. Alvarez Hernández
- 7 jun 2016
- 4 Min. de lectura
Adolescencia es una Revolución de hormonas, de pensamientos, de “cosas” que no terminan por acomodarse, pero tampoco por aclararse.
Ross
Me pasa que desde que trabajo con adolescentes, es un constante recordatorio a mi propia etapa, aunque los años de adolescencia casi los dejo atrás, las aventuras de mis alumnos, me hacen recordarlas una y otra vez. Lo curioso es que cuando echo un vistazo hacia atrás, me percato de que mis tiempos distan mucho del contexto que hoy puedo percibir desde los sentidos de estos adolescentes; que su vida me han hecho cuestionarme y por lo que esto es lo que puedo compartir.
“No encuentro en qué espejo puedas reflejarte, mis ojos son elucubraciones de una adulta que abandonó los ojos de la ignorancia por ignorar, del sufrir por sufrir, del sentir por sentir y del miedo al miedo. Te escucho y mi corazón se llena de tristeza, hago mis oraciones en mi mente y pido a Dios encuentres o yo encuentre el mejor camino para que puedas seguir. Me hubiera gustado decirte que conozco la fórmula mágica para desaparecer todas las tristezas y las marcas que mis compañeros de generación, han dejado en tu corazón. Pero con la estupidez de la adultez, sólo puedo decir que no la tengo y que como adulta sólo puedo invitarte a empezar a caminar hacia ese mismo rumbo, para sanar y para ser diferente. No existen las palabras para decirte que lo siento, es más creo que eso queda corto a lo que siento y a mi propio recelo por la especie humana”.
“Te veo y no sé qué puedo entender de ti, tu llanto imparable, que deja ese rostro joven en penumbra y tristeza, me saca de mis casillas y me pregunto, ¿en dónde estaban tus padres, qué hacían mientras tú sufrías?, al mismo tiempo dudo de tu discurso y me pregunto, ¿por qué querrás decirme esto?, al tiempo que me contesto: ¡Ni siquiera ella sabe qué es lo que quiere decir!”
“Cuando te vi por primera vez, con esa actitud retadora, con ese tono de voz tan endurecido, de un joven de 18 años y volví la vista para encontrar tu edad en tu cuerpo, me pareció extraño saber que tan sólo tienes 16 años, pero conocer tu historia me dio la respuesta; has madurado más rápido por la serie de problemas que has aprendido a resolver, a tu manera. Después tus conflictos emocionales con las adolescentes, me hicieron cuestionarme: ¿estará consciente de que repite el patrón de conducta calificado como patán? Al mirar esos ojos brillosos de llanto contenido, pude darme cuenta que estabas muy lejos de percatarte que dañando a otras personas te dañas a ti mismo. Y que la mirada de los adultos a tu alrededor ha renombrado ese sin saber tuyo, como algo espantoso”.
“Tus tantas enfermedades me llamaron la atención, el supuesto desamor de tus padres, el conflicto con tu padre por tu madre, tu cuerpo delgado, esa falta de necesidad de comer carne, un vegetariano sin padres vegetarianos, con una novia rara y extraña, parecía que habías aprendido tu vida de un cómic de Marvel, pero resultó que no, de alguna manera quieres vivir algo que no estás viviendo, pero la forma es la más rara, en algún momento he pensado que te gusta jugar con mi mente, soy un reto mental para ti, porque represento una autoridad, a la única que no has podido vulnerar. Pero sigo sin saber tu verdad, sólo me quedo con esta síntesis de ti, en mi memoria”.
“Esos filtros en los ojos, provocan que nadie pueda hurgar en tu mirada, ese cabello rojo, mitad femenina, mitad masculina, esa simpleza con la que dices lo que sientes, pero al mismo tiempo ese llanto que no encaja en tu mirada. Entiendo que no sólo tú sientas que no te encuentras en el reflejo del espejo, pero intentar compartir nos hace un abismo para hablar. Cuando te escucho siento que estás en una burbuja grande, sentada en medio del mar, y que lees mis labios para entender qué digo, pero se te escapa el modo en que digo las palabras, se te escapa lo que siento cuando te hablo y a veces cuando hablo bajito, no entiendes que no es un regaño, simplemente es una sugerencia”.
Bendita adolescencia, en la que todo es un proceso de cambio, en el que tanta inestabilidad no da oportunidad de sentir paz, subirme en el tren en el que todos estos chicos van, me ha dejado huecos, tristezas, retos y sobre todo mucho cansancio. Su ritmo es una ruleta en la que ya no puedo subirme, sólo mirarla desde abajo y encontrar el encendido de la electricidad para pararla y poner los asientos en el suelo y deshacer la altura y convertirla en carretera, poner señalamientos que indiquen peligro o mensajes de alegría, cuando hayan alcanzado una meta.
Pero para los adultos, tengo muchos cuestionamientos y repudios, no los juzgo pero tampoco los comprendo, en qué momento nos deshicimos de aquella inocencia que cometía errores por ignorancia y no por malicia, en qué momento confundimos un ser humano en crecimiento en un cuerpo del deseo. En qué momento olvidamos que como adolescentes buscan un lugar de reconocimiento y fuimos nosotros quienes se los otorgamos pero también se los quitamos.
Este escrito es un espacio de desahogo en donde reflexiono que los ideales que construimos para un mundo mejor, son mitos, pero no porque no puedan existir, sino porque poco hacemos para que sean reales, en el marco de la flexibilidad y del crecimiento personal.
Por eso a ustedes padres o madres que puedan leer este escrito, me basta decirles, busquemos los espacios para ayudar a construir un lugar de aprendizaje sin tanta cerrazón, un espacio amable y hasta cierto punto cómodo para que estos adolescentes crezcan, con lo necesario, para saberse que están aprendiendo y que no pueden ser tratados como adultos, pero tampoco como niños.
En fin…agradezco a estos adolescentes que me reflejan que la vida hoy sigue y sigue viviendo en cada ser que está aprendiendo.

Comments