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La enfermedad y el reencuentro conmigo


"Lo que no te mata te hace más fuerte"

@PSICONROSS

(dicho popular)

Primeramente quiero saludar a todas aquellas personas que se den el tiempo de leer este escrito. Les deseo que tengan un excelente día, tarde o noche, según estén en su tiempo y su ritmo.

Decidí comenzar con este agradecimiento, porque también será mi forma única de expresar la relación con mi enfermedad. Seguramente, mencionaré reflexiones que a más de una persona le han pasado en la cabeza, incluso puede ser que no diga más allá de lo que otros hayan dicho ya. Pero lo que es cierto es que la enfermedad y la salud, son como dos conceptos que reflejan una relación intrínseca para explicar y hasta cierto punto definir un aspecto de la vida muy importante.

¿A quién le gusta estar enfermo (a)? Es curioso que cuando gozamos de cierto equilibrio llamado salud, es casi imperceptible la condición de otros que están enfermos, incluso es difícil pensar qué haríamos si estuviéramos en ese lugar y nos limitamos entonces a agradecer por ese momento de equilibrio, pero también por otro lado, se suele juzgar a la persona que está en ese momento en la enfermedad.

Cuando se goza de cierta salud, es posible sentir energía suficiente para hacer muchas actividades, la mente parece que tiene la pila necesaria para generar sus ideas, sus proyectos, ya sean adecuados o no, eso no está en cuestión ahora, pero a veces en esas planeaciones tan "certeras", quizá "productivas", es difícil que esa mente se tome un momento para cuestionar si están esos planes acordes a los ritmos del cuerpo. Pues pareciera ser que se va sola en el camino y cuando por alguna razón, comprensible o no, esa energía se apaga por la llegada del desequilibrio, llamada enfermedad, entonces se molesta y a veces maldice a esa parte del cuerpo que está en problemas.

Si releo detenidamente las palabras que le han dado sentido aquí, lo que siento justo en este momento y que puedo apreciar, es una disociación entre eso llamado mente, y entre esa percepción llamada cuerpo. ¡Interesante no creen! Es casi seguro que en algún lugar ya hayan llegado a este planteamiento de la percepción del "hacer" y del "ser" del ser humano, como dividida, y mejor aún desconectada, desvinculada o con un lenguaje tan único, que no es perceptible con los ojos, ni entendible con este sistema de comunicación mejor enunciado como lenguaje.

¡Es un hecho en sí mismo que algo ocurre! Lo difícil es explicarlo y también encontrarle una solución cuando se es consciente de que no están hablando el mismo idioma esas dos partes de la existencia del ser humano. Y si a esto le sumamos otras partes, también divididas como el alma, lo inconsciente de lo consciente y más allá. ¿Entonces podríamos perder el suelo y perder la esperanza en el retorno del equilibrio?

Interesante, sin embargo, para aterrizar esa idea, peculiarmente papalotera, me centraré entonces en plantear que el cuerpo tiene un lenguaje, hasta ahora estudiado por los médicos y otros profesionales de la salud, como síntomas, esos son casi casi su expertiz, o al menos eso se supone, que han estudiado esa forma única de manifestarse la enfermedad. ¿Pero sólo sirven los síntomas para diagnosticar y después dar una solución física?

Pues parece que los médicos de hoy tienen esa habilidad de observar la sintomatología y de inmediato dar con la dificultad física y encontrar una bola de medicamentos que pueden servir para esa cuestión. Y esta parte, tan catártica para mí ahora, no tiene que ver con ser despectiva con el hacer de los médicos. Sólo que el coraje deviene de que el llevar a cabo esa solución que es la cajita mágica de medicamentos, que en ocasiones no genera estabilidad por periodos largos o en su defecto genera más dificultades a futuro. Eso es lo que sí es complejo y muy preocupante.

Sucede que la propuesta aquí es ir más allá de la cajita de medicamento y en lugar de eso reconocer nuevamente la re-conexión con todas las partes que en nosotros habitan y no dejar únicamente a la responsabilidad de alguien más, la relación única que sólo podemos experimentar cada quien.

Aquí vienen mis agradecimientos a esta "rinitis crónica" que me ha acompañado desde el 2011, y que entiendo que viene de más tiempo, pero su presencia fue más insistente a partir de esa fecha. He valorado que me lleva a lugares recónditos de mis partes oscuras, de esas que no puedo ver, pero que me entristecen, me deprimen o me llenan de pensamientos negativos que culminan en un lugar, la muerte. Esa muerte con la que no me he reconciliado desde que nací. ¿Por qué lo expreso así? Me parece que desde el momento en que nacemos de una sustancia acuosa a un escenario quizá cálido y entrar a esta atmósfera con una serie de condiciones, para los que simplemente se sabe que estamos aptos, es un duelo rápido que no pudimos elaborar de manera consciente, pero que nuestros recursos internos y de supervivencia lo hicieron por nosotros en ese momento. Después, cada cambio de año con año, el crecimiento de los huesos, el desarrollo de la psicomotricidad, a la par de todas las condiciones emocionales y sociales a las que nos exponen, son muchos, pequeños o grandes duelos, porque todo exige crecer y seguir, pero al mismo tiempo cambiar y morir y nacer, nacer y morir, una secuencia que lleva de la vida a la muerte y así sucesivamente.

Quizá ahora sea el momento para entender lo siguiente, la enfermedad nos confronta nuevamente con esos duelos y con esos renacimientos que son casi imperceptibles, pero nuestro cuerpo lucha por esos cambios y nuestra mente lucha por otros. Lo importante sería hacerlo de una forma cómoda para la existencia misma, para darnos cuenta que la vida acelerada en la que vivimos, con la cantidad de exigencias económicas y sociales que también hemos generado, lleva a condiciones no aptas para "ser" y esa es la respuesta que he encontrado en mi propia enfermedad. Esa falta de aire por el cierre de los cornetes podría ser una resistencia también, a no querer respirar eso que daña o perjudica y que no necesariamente es el polvo o el pelo de algún animal, sino incluso hasta de los ambientes mismos, los emocionales. Y también haya sido un escalofriante recordatorio de cuál sí es el lugar en el que deseo estar.

Por eso, es importante para mí decir, que en la medida que hacemos un trabajo personal diario, en donde podamos valorar lo que hacemos y dejamos de hacer, aquello que nos hace sentir bien y lo que no, como si lo que hacemos nos apasiona o no; es que lograremos encontrar equilibrios más estables y que nos lleven a momentos de paz; evitando olvidar que la enfermedad tiene en sí misma el camino para encontrar ese equilibrio y reencuentro con la salud.

Así que la invitación es a realizar sus trabajos de introspección, que busquen las ayudas o las alternativas, un diario puede ser la opción; quizá una oración en donde también se haga esa reflexión, muy importante un proceso psicoterapéutico, talleres de crecimiento personal, etc.

¡Felices reflexiones seguidores y seguidoras!, Les deseo un excelente día y principalmente una invitación a reconocerse en todos estos procesos de vida.

 
 
 

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